Mujeres que pasan a mi lado,
doblando orillas de hombre,
zurciendo la esperanza de su vida.
Tú no llegabas.
¿Te escondías?
En mis sueños llegué a mirar
que la inquietud te despertaba,
y en el cielo de tus ojos
las nubes aceradas
transitaban en sospechosa calma.
Despertaba con un tal vez,
y en la boca un resabio de la oscuridad de tu trenza.
Estoy en está esquina,
viendo pasar a las mujeres,
que vienen hilando su camino.
Y no te veo.
Quizá nada es cierto.
Nada, sólo fantasmas que durmieron en mis ojos.
Pero sigo esperando que cruces.